jueves, 14 de marzo de 2013

Gotan Project & Astor Piazzola





Sencillamente inmejorable

miércoles, 13 de marzo de 2013

El planeta Tierra



Otro corto digno de admiración. 

Los libros fantásticos que vuelan de Mr. Morris Lessmore



El mundo debería detenerse para que cada habitante del mismo pudiese ver este maravilloso corto. 

El Atila de la familia



Mi amada Pamela me había invitado a almorzar en su casa con toda su familia. Eso no me preocupaba ni pizca,  ese conjunto de personas era como una bolsita de caramelos, tan dulces, y tiernos como siempre. Eran encantadores.
Pero siempre entre tanta dulzura, está el caramelo de limón, ese gusto amargo y agrio que con solo tragarlo te produce arcadas y acidez. Ese sabor era el de mi suegra. De ella no te salva ni el Chapulín Colorado.
Me pegué un chasco al ver que la persona que me abrió paso a la entrada fue esa mezquina y auténtica cara de vinagre; podía escucharla desde afuera presumiendo a gritos lo rica que estaba su ensalada rusa, que realmente, era como masticar engrudo.
Era una vieja decrépita, y bien se conocía que jamas había sido bella. Tal vez en otros tiempos debió tener buenas carnes; pero ya su figura estaba más destruida que el Partenón de Grecia.
Esa mujer era la prueba viviente de la existencia de los dinosaurios. Debería ser la atracción principal de un museo, nunca había visto una momia que se conservara tan bien. No llevaba vendajes, pero en lugar de ellos traía puesto un vestido color grana muy ajustado a su cuerpo de hipopótamo. Era un matambre, nada apetitoso, personalmente prefería las comidas que no se encontraban en estado de putrefacción.
No sabía si me encontraba junto a la auténtica Medusa, sus mechas color amarillo canario parecían víboras que se enredaban unas con las otras formando enredaderas, deseaba con todas mis fuerzas que con su aguda mirada me convirtiese en piedra, no quería observar ni un segundo más su repugnante semblante.
Estaba maquillada, se había excedido mucho con el labial rojo carmesí que ella acostumbraba usar, había traspasado el contorno de sus labios de chimpancé, por un momento pensé que se había devorado a su esposo y que no se dio cuenta de que su rostro de bruja, estaba manchado con la sangre de su víctima.
También exageró mucho al ponerse rubor, se ve que es una mujer terca, no puede aceptar que los años la terminaron aplastando, ya no podía ocultar más  sus abolladuras,  sus pliegues, sus patas de gallo, y menos su más notable y desagradable rasgo: la verruga que se situaba junto a su nariz de  arpía, a no ser que se ponga  revoque suficiente para arreglar un edificio de quince mil metros cuadrados, eso al menos hubiera bastado para arreglar aunque sea un poco su fachada en ruinas.
Sus ojos eran de un turbio y nebuloso verde, similar al agua del riachuelo, y su perfume barato olía como el mismo. Es sus lagrimales había una fiesta, pequeñas y pegajosas lagañas danzaban en los mismos desde hoy a la mañana.
Y mejor no hablemos de la parejita de cejas, necesitan un divorcio cuanto antes; bah, que importa ya, hasta telarañas tenían.
Frunció la jeta para dedicarme una forzada sonrisa. Rebeló sus dientes amarillentos de fumadora, ni la neblina de Londres podría compararse con todo el humo que deja esa mujer al consumir un atado de puchos.
Vaciló al hablarme, pero finalmente me invitó a pasar al interior de la casa:
-        Fashaa, queriditoff, fashaa.

Una lluvia de saliva golpeó contra mi rostro. Fui un tonto al no traer paraguas, tendría que haberme avivado.
Me condujo hacia el comedor donde se encontraban los demás invitados. Su andar me recordaba al de la carcacha descompuesta que conducía mi abuelo cuando yo era niño.
Llegamos, y la vi.  Allí estaba ella, mi querida, su presencia opacaba a todas las maravillas del mundo y las hacia insignificantes, tan perfecta y espléndida como siempre, mi caramelo de dulce de leche, mi amada Pamela.
¿Cómo un ser tan maravilloso pudo ser engendrado por ese error de la naturaleza, de esa pérfida cacatúa insoportable? Esa fue la duda que me acompañó durante todo el almuerzo, junto al rumiante sonido de mi suegra masticando con la boca abierta, como si fuera una vaca pastando.















Texto: Camille Chico

Across the Universe



Dejarse llevar *

martes, 12 de marzo de 2013

La luz de aquel jazz


Masticaba pétalos de margaritas, era un Fénix que renacía por quién sabe cuantas veces en sus cenizas de algodón, para morir y renacer, pero con una sonrisa pintada. Desde ese comienzo tan peculiar, tan miel, todo lo que hice tuvo un fruto, un fruto bañado en candilejas, y fui feliz de que él fuese feliz porque yo lo hice, yo lo iluminé como él a mí, por un breve instante, por eso a mí esa  felicidad se me hizo eterna.
Los rayos crepusculares se filtraban entre las nubes, un atardecer tan resplandeciente, era como estar entre candilejas... yo me sentía entre candilejas, los reflectores que me apuntan promiscuos y delirantes, me bañan de fulgor y pintan destellos en mis pómulos, plantada e iluminada por cientos de luces, yo era el punto de incandescencia entre esa oscuridad, yo era el ritmo, yo y Él, y el otro Él, entre ese silencio, Él no necesita de aquellas luces, Él tiene brillo propio, y el otro Él me da el brillo. No, no me sentía entre candilejas, yo lo estaba, lo estábamos, los tres.
¿Era el Colón? Seguramente lo era ¿O por qué no otro? ¿Coliseo, Maipo, Maipú? Estaba en todos ellos al mismo tiempo. Lloro, me gusta hacerlo. Sentir ese rocío de mar y de lago, salado y dulce, así era; tan sereno recorre mi cara, y llega hasta mi boca, me lava, se congelan las pequeñas gotitas y se hacen diamantes y visten mi cuello desnudo. Acompaño las lágrimas con café mezclado con  vino tinto, un Malbec.
Me pinto los labios, aunque ya estén pintados, para que el rojo sea más intenso, no me arrepiento si mancho la caña. Me acomodo las medias negras, y me pongo los zapatos de mi vieja, los que son color ocre ¡La puta madre! Manché el vestido con rouge... Es un vestido precioso, de cóctel color negro azabache y con una cinta roja en la parte de la cintura. Voy a intentar sacar la mancha con vino.
Las palomas me molestan, parece como si me quisieran quitar protagonismo ¿Quién las dejó entrar al teatro? Un do grave bien sonoro y salen disparadas, yo me encargo..
Pequeño saxo, mí Él, compañero de la vida No sé que te gustaría tocar hoy, no sé que tocar, ni siquiera sé que escalas hacer para calentar.
Hoy tocamos frente a gente desconocida, completamente desconocida; de esas almas anónimas que visten caretas derretidas y no puedo identificarlas. Desconocidos, eso son. Pero al sentir la presencia de aunque sea uno, ya no lo serán, si no una persona que admira lo que hacemos juntos. Pero, quién sabrá su identidad, no le preguntaremos el nombre, y ni siquiera le miraremos  la cara.
 Me gusta reventar los ojos hasta ver fosfenos, imaginar que tengo ojos de caleidoscopio, que me llamo Lucy y que floto en un cielo con  diamantes; ¡Oh! Buena idea, toquemos ese tema.
Ay, The Beatles. Todas sus canciones mencionaban la palabra yeah y love, eso era rock.
El primer tema que aprendí a tocar fue "Yellow submarine" ¿Te acordas ese día? Un desastre, se me quedó el pulmón atorado en el tudel, me desplomé el los sillones del profe Oscar, y el fruncía el ceño y no me decía nada en ese momento, solo me miraba y yo entendía que tenía que y tocar... tocar...  Y esa insistente agonía que ataca al principiante parecía que no tenía fin en cada clase que pasaba.
-        No infles los cachetes, desperdicias aire.
-        No, perdón
-        Apretá más las comisuras de los labios, por ahí se escapa el aire también. Mete la boquilla para adentro.
-         Si...
-        Y respirá por diafragma, como cuando inflas una pelota o un globo, tomas aire y se te infla la panza, cuando jalas el aire apretás el estómago para evitar que se te escape, jalas el aire por la nariz y volves a soplar ¿Está claro? La embocadura y la respiración son fundamentales para sacarle el sonido al saxo. Embocadura y respiración....
-         Son fundamentales.


-        Pero lo más importante es....
-         El sentimiento.
No sé exactamente cuantos ojos me están mirando, pero siento aquellos fantasmas. Me gusta oír el sonido de las monedas al caer, como se despegan las tapitas de mi instrumento, y sobre todo las  ligeras palmadas de aliento, acompañadas de un elogio, a mi música y a mí persona.. en algunos casos esas palmadas las acompaña un guasada. Pero yo no miro, no los miro. Los ignoro, a los críticos, a los atorrantes, a los que miran con cara de bobos porque nunca vieron un saxofón en su puta vida.
Se me levanta el vestido por culpa del viento, siento la mirada de mi profesor, esa mirada punzante. No debo parar, yo sigo, doblo las piernas tratando de taparme, para que no se me vea la bombacha rosada casi transparente.
Yo percibo mi música, Lucy in the sky with diamonds, y veo nubes de mermelada, flores de celofán amarillo y verde, veo a los cuatro bombones de Liverpool, dejo atrás los comentarios de aquel cuarto que mira, y  las bocinas de autos. 
Las centellas que se despegan del sol me pegan levemente... son mis reflectores, estoy entre candilejas, en el escenario, si el escenario. No pagaron entrada, solo dejan monedas, billetes o miradas en el estuche de mi saxofón. Me gusta tocar en las calles, aunque hoy es la primera vez que lo estoy haciendo, pero igualmente me encanta, acompaño a la ciudad en su día, soy un condimento más, soy Música en la  9 de Julio.
Estoy por terminar el tema, voy hacia los más agudos, y luego desciendo lentamente hacia los graves, suave...  En esos breves instantes pienso en cual puede ser el siguiente tema, tal vez  Equinox o Bessie's blues. Esos temas tan mágicos para uno mismo, y decís "Che, juguemos con esto". Voy a combinarme con el viento. Sigo tocando, todavía no abro los ojos, sigo en mi mundo de alucinaciones. Monedas caen, comentarios van y vienen, y los rayos me envuelven, entre candilejas.... si, entre candilejas..
-        Así no... No estás a tempo.
-        Perdón...
-        No pidas perdón, niña. Solo tratá de unirte y seguir el pulso, mis palmas... No es cuestión de simplemente escucharlo, si no de sentirlo, en tus manos, en tus pies, en tu cuerpo.
-        Está bien.
-        También tenes que transmitir algo, no solo tocar lo que indica el condenado pentagrama  como si fueras un robotito. Para eso está la música clásica, pero esto es Jazz, señorita ¡Es Blue Monk, maldita sea!
-        ¡Pero es que..!
-         Si no producís una mínima emoción.. No sé, un chasquido de dedos, un lagrimón, un sube y baja de melenas, un movimiento en los pies, o alguna que otra cosa que hace quedar como idiotas a las personas que te escuchan.. No toqués más.
Sentir ese suave murmullo del viento, que sigue levantando mi vestido, me incita a bailar, pero no puedo moverme mucho, no puedo, ni debo abrir los ojos. Me muevo poquito, los tacos que me puse son como estacas que se enterraron en el asfalto, como la última hojita del árbol de otoño que no puede desprenderse de la ramas, me muevo; sí ¡Eso es! Autumn leaves, queridas hojas difuntas. Adentrate en mí Miles Davis, pero no hagas nada más que estar ahí, solo dame tu presencia. Nada del John, no.
La mirada de mi profesor sigue retorciéndose, retorciéndome... "Podes hacer otra vuelta más"  Pero profe, ya no quiero hacer otra vuelta, se me termina la saliva, y voy a desintegrar la caña si sigo ejerciendo tanta presión.      
-        Jugá con las notas, improvisá, escalas, arpegios..
-        Estoy cansada..
-        Nunca te vas a cansar de esto cuando le tomes la mano, Isabella.


-         Veremos...
-        ¡Ja! Pequeña frígida. Es un juego, también es placer y emoción ¿No lo ves? En el jazz todo es legal.
-        A veces quisiera que me llevaran presa...
Naturalmente, mi profesor, aunque me costara creerlo, tenía razón. Estoy enamorada de esto, de él, y antes de tener cadena perpetua prefiero suicidarme y que me entierren con él a mí lado y que me pongan la boquilla dentro de mi boca putrefacta y llena de gusanos y bichos. Puaj, que asco.
-        No puedo hacerlo...
-        Si que podes. Solo tenes que abrir tu corazón y dejarte de joder.
-         ¡Estoy haciéndolo todo bien! No entiendo... Mi respiración es buena, ya no pierdo aire, puedo leer de corrido ¿Por qué carajo sale mal?
-        ¿Cuántas veces tengo que repetírtelo? Lo más importante es el sentimiento.
-        ¿Entonces por qué mierda tengo que aprender? Si supuestamente todo está en mi corazón y proviene de mí ¿Eh? ¿Me estás quitando la guita?
-         Niña tonta. Es verdad, no hay que restarle la técnica al arte, es importante.
-        ¿Y entonces?
-        ¿Pero qué es un músico que se las sabe todas y no transmite algo? ¿Por qué te gustan los Beatles a vos?
-        Porque me dan alegría, sus letras, su manera de cantar y de tocar me llegan... me hacen reír  llorar, enojarme.. Me hacen bien.
-          ¿Lo ves? Por eso te lo repito una y mil veces, lo más importante es el sentimiento. No hace falta tener dos pulmones de acero, la música sale del alma.
Siempre tuvo razón, siempre. Me pegó, muy duro, pero fueron las caricias más bellas que recibí.... No me bajó a tierra con sus golpes verbales, yo ya estaba en la tierra, eso era lo malo. No podía ver más allá de algo tan maravilloso, como lo era la música, este jueguito tan simpático lleno de sensaciones que te vuelan la cabeza. Poco a poco de la manera más lastimosa y hermosa, me subió, y me dejó colgada a través del Universo, de donde actualmente soy y provengo, porque nací ahí, nací para esto.
Lo primero que veo es la caña toda embarrada de rouge ("Ya te repetí que no es aconsejable que toques con los labios pintarrajeados") empiezo a pensar que eso podría ser sangre.. Luego el estuche, no es que me importase cuanta plata me dejaron aquellos imbéciles, esto lo hago porque me gusta, no busco la admiración de aquellos pobres diablos, pero (aunque suene bastante contradictorio, ya lo ves) me hace feliz que a las personas les guste lo que hago, y de alguna manera u otra tengo que comer, y llegar, llegar... Como me contradigo, la puta madre.
Miro el cielo, esos hermosos rayos, mis hermosos reflectores, compañeros fieles como mi saxofón, mi escenario, mi 9 de Julio. Me descuelgo el saxofón, aun lo sostengo, pero no toco, solo paso mis dedos por las tapitas. Cierro los ojos por última vez, y me dejo caer en los últimos rayos, entre candilejas me dejo ser...
Escucho más monedas que caen.. es un hombre joven ¿Qué quiere? No estoy tocando, seguro debe ser un maldito pervertido, aunque no tiene esa facha, todo lo contrario, tiene una cara de nene que no rompe ni un plato, y unos trapos elegantes pero lleno de pelusa de gato (me contradigo, de nuevo). Quién sabe ¿Por qué puso esas monedas entonces? Habrá querido ser amable, capaz.. pero igualmente pongo cara de desprecio.
Nota mi reacción, se ríe despacito y mira para abajo, como un nene avergonzado pero sin dejar de lado sus manías de pícaro y finalmente me dice:
-        Eh ¿Y esa carita? No pienses mal, yo escuché lo que tocaste...
-        Ah Si? ¿Qué toqué entonces? - Lo interrumpo
Se ríe de nuevo y me canturrea: 


-        Picture yourself in a boat on a river with tangerine trees and marmelade skies... somebody calls you, you answer quite slowly...
Se detiene y se acerca a mí.. Me quedo completamente estúpida mirándolo con la boca abierta mientras se aproxima más y más.. Madre mía, me encantaria ver mi cara de idiota en este momento.
-        A girl with kaleidoscope eyes... - Me dice al oido
Me quedo mirandolo  un tiempo más. No sé que decir, solo lo miro, y es tan tierno a la vista, como una cajita de galletas de canela, es tan solo un poco más alto que yo, cabello recojido, no es tan largo, es de color miel, al igual que sus ojos, y sus tiernos pópulos estaban muy rosados, al igual que sus labios tan finos y al parecer suaves.
Se percató del cambio de mis facciones, de enojada a una completa idiota. Me sonrié y larga nuevamente esa risita de niño y añade:
-        Ya enserio... creo que tienes talento, bella...
No quise escuchar más, era justo lo que necesitaba, tomé mi saxofón y toqué las primeras cosas locas que se me vinieron a la mente, no sé, tocaba sin noción y pensaba en la nariz húmeda y rosita de mi gatita Fershita estámpandose en mi brazo, niñas y niños con ropa elegante, pesacaditos de colores flotando en el cielo, los aromas que deja la lluvia cuando se va, pastales de manzana, alfombras de piel sintética de todos los colores, en los Beatles, en la Luna cuando está rodeada de nubes como si se diluyera poco a poco, en los tenues rayos que me bañaron hoy a la tarde, mis amadas candilejas, en una sola frase "Ya enserio... creo que tienes talento, bella.." "Creo que tienes talento, bella..." No me importa si es verdad, no me importa si tengo talento o no, si soy bella o no, lo que importa es que estoy haciendo lo que amo, y tengo una inspiración de dos cosas que  amo, a mi saxofón, mi Él y a ese chico, el otro Él.
No, el pibe tal vez no, solo amo lo que dijo ¿O ambas cosas? Y toco, y toco... Y se me salen las lágrimas, tengo los ojos cerrados, pero se me escurren, escapan, y adornan mi cuello. Lloro, me gusta llorar, lloro por su frase, por mis contradicciones, por el amor o la mentira que me pegó hasta lo más profundo de mi corazón.
Escucho nuevamente el sonido de las monedas que caen, y siento muchos ojos que me miran, siento sus ojos. Todas las personas que se detuvieron a escucharme me aplaudieron, pero no, ahora no quería que escucharan aquellos metidos, esto era solo para él, y nada más que para él, no quiero el dinero sucio de aquellos, no lo quiero, es más, ya no quiero que me den nada.
Junto la plata porque sí, y guardo el saxo en su estuche. Doy una leve reverencia a las gentes que estaban allí, no sé porque lo hice, tal vez no quise quedar como una desagradecida, o simplemente quería que sepan que ya no voy a tocar más y que se vayan al carajo. Y así fue, todos se marcharon, y él también, se había ido, lo sentía, pero ya no estaba ahí.
Estuve triste un largo tiempo, mucho tiempo, no sé cuento habrá pasado de aquel comienzo, pero seguí tocando, por mí, por mi saxo, y por sus palabras. Seguí y seguí hasta que las mejillas se me pusieron coloraditas. Aún siento su perfume tan suave y berreta, mezclado con tabaco. Las palabras de aquel desconocido ¿Cómo pudieron haberme tocado tanto, tanto como para  romper en diamantes?
Si, yo tengo talento. Estoy en un escenario, el de mi vida, el de su vida. Abro los ojos y miro al público, ya terminó la función, y mis recuerdos se diluyen, pigmentados con sus ojos miel, y el dulce rebaño de luces, de los proyectores, de los rayos crepusculares, de un comienzo sin fin, de un nudo y quién sabe que desenlace ¿Quién me alumbra con tanto amor? ¿Quién me baña con su fuego? No me maquino, ni me drogo, era el Colón.
Ya pasó tanto tiempo de aquel comienzo, me quedo tonta, y saludo con respeto, y me voy detras del escenario ¿Quién me trae rosas negras esta noche? ¿O tal vez claveles de papel de diario? Muchos, muchos muñecos de plastilina seca y de arcilla bien durita.
Tanto tiempo... pero bueno, voy a emborracharme con las flores de barro y moho.  Busco deseperadamente un Malbec, un Bianchi, un Circus, un Uvita, etanol, lo que sea, tengo que beber para limpiarme las entrañas y abortar lo de hace unos segundos.
Veo una pequeña notita, con un color tan miel tan peculiar.


 "Para la niña de ojos de caleidoscopio: Bella, tú SI tienes talento" Con una pequeña margarita pegada.
 Mis lágrimas brotaron, y no cesaban, los diamantes no cesaban, formé mi propio cielo con diamantes.
En mi vida me contradije una y mil veces, y no siempre estuve borracha . Él estaba ahí, alumbrándome con amor, él era la luz. Ese amor, no era una bombilla, pero daba más luz que cualquier otra que hubiera, sin usar la maldita electricidad ¿Cómo les quedó el ojo Franklin y Edisón? Podría decirse que el nudo de este comienzo el lo iluminó, y sigue. Oh si, claro que sigue...
Masticaba pétalos de margaritas, era un Fenix que renacía por quien sabe cuantas veces en sus cenizas de algodón, para morir y renacer, pero con una sonrisa pintada. Desde ese comienzo tan peculiar  tan miel, todo lo que hice tuvo un fruto, un fruto bañado entre candilejas, y fui feliz de que él fuese feliz porque yo lo hice, yo lo iluminé como él a mí, por un breve instante, por eso a mí esa  felicidad se me hizo eterna.... Para siempre ¡Si señor!




















Texto: Camille Chico.

lunes, 11 de marzo de 2013

Cupido de cemento


Con el estrepitoso ruido de las bocinas, Romualdo se despertó. Aunque a veces se levantaba por el zumbido de las moscas que se encontraban revoloteando al rededor de las sobras de las pizzas del delivery de la noche anterior o de la semana pasada.
Colocó los pies en la tierra sin tener noción del tiempo, rascándose la busarda, dirigiéndose al baño para darse la ducha de todos los días. El muy puerco mal afeitado no usaba jabón, simplemente un chorrito de agua tibia, en el mejor de los casos más de un par de gotas, y un sobrecito de shampoo que venían de muestra en las revistas Justificaba su acto diciendo que quería ahorrar agua ya que esta escaseaba y así evitar una posible futura guerra. ¡El muy asqueroso tenía buenos argumentos! Se puso una camisa arrugada, unos pantalones rasgados de su época de rollinga, y unas Topper sucias.
Preocupado pensaba ¿Hoy que haré? ¿En qué derrocharé mi tiempo? Entre sus opciones estaba: sentarse en su abollado sillón y mirar la televisión tal vez algún programa de chimentos, noticias que chorrean un líquido amarillo, o una película porno. También podía tomar unas birras y escuchar un poco de rock del palo (Callejeros por preferencia), pero esta vez decidió ir a la plaza más cercana solamente para ver a las jovencitas que pasaban por allí y desnudarlas mentalmente para su propia diversión. “Joven verde busca chica ecologista” ese era su lema el cual tenía escrito en su frente, por decirlo de alguna manera. 
Se dirigió al banco de la plaza el cual estaba enfrente de una estatua. El pibe le fue indiferente a la misma, no era mujer ni tenía exuberantes pechos los cuales contemplar, así que se sentó con las piernas muy abiertas, parecía que se había bajado de un caballo galopante tras haberlo montado. 
Bellas adolescentes pasaban al lado suyo, soltando risitas tan agudas, similares a orgasmos. 
“A esa perra la haría aullar” “¿Esa otra será una prostituta?” “La de rojo tiene lindas piernas ¿A qué hora abrirán?”
Pensamientos lujuriosos recorrían su mente. Penetraba a las niñitas con su mirada, aunque esta demás aclarar sus otras intenciones. 
- Eh, flaco, anda a laburar, y deja de ensuciar el piso con tu baba.
Romualdo se sobresaltó ¿De dónde proviene esa voz? 
- Dale, dejate de embromar, son nenas, degenerado ¿No te da vergüenza? 
- ¿Quien carajo esta hablando? Vení a dar la cara, perejil. 
- Estoy en frente tuyo, chabón. Deja de mirar culos y te vas a dar cuenta. 
No podía ser, no había nadie, solamente la estatua.
- No me jodas ¿En donde estas metido? Salí que te desfiguro la cara a trompadas.
- Acá ¿Hace falta decirte que soy la estatua?
“No recuerdo a ver consumido marihuana esta semana. ¿El viagra afecta al cerebro?” Se decía para si mismo, Romualdo. 
- Si te lo estas preguntando, no, el viagra no es causante de esto. 
- No puede ser, no puede ser... 
- Si, pibe, si. Puede ser y lo es.
- ¿Por qué estas hablando conmigo? ¿Qué queres de mí? No tengo un peso, ni siquiera puedo pagar un telo. Así que no soy el que buscas 
- No, Romualdo, no te gastes. No quiero la plata de tu vieja.
- ¿Cómo sabes mi nombre? ¿Y cómo sabes que me mantiene mi vieja? Habla pedazo de piedra animada.
- Bueno, bueno, bajando un cambio, señor erección. Puedo decirte más de tu miserable vida, trozo de carne podrido, desempleado, 29 años, vivís en un departamentucho...
- Departamento, piedrita.
- Bueno, como quieras llamar a ese cuchitril de un ambiente. Al grano. Se, que sos un mantenido, un parásito, y para todos sos un pelotudo, que nunca puedo tener algo real con una mina y que busca el placer guiándose por su imanación, tras sueños húmedos y picarones... Sos el idiota modelo, felicidades. Simplemente quería que lo sepas. No me des las gracias por ayudarte...
- ¿Vos me estas cargando? ¡No me jodas! ¿Por qué joraca tengo qué agradecerte? ¿Quién sos vos, cacho de arcilla? Anda a freír churros, dejame en paz si no queres que te deje hecho talco. 
- Yo seré rígido por ser una estatua. Pero tu cabeza no es precisamente de cemento, pero igualmente sos un cabeza dura, gil. Hace algo por tu vida, cuando recibas mi favor me vas a venir a agradecer.
- ¡Cerrá la boca, cabronazo!
Romualdo, cegado por la ira, dio una fuerte patada a la estatua, seguida de una secuencia de un numero infinito de piñas, dejándola hecha añicos. Da la casualidad que en ese momento, las cuatro de la tarde, pasaba un patrullero.
- ¡Quédese quieto joven! Va a tener que acompañarme.
- ¡Eh, pará!  Salí de acá, vigilante. La estatua me provocó. ¡La estatua me hablo, la estatua me hablo!
- Acá hay drogón encerrado. 
Tomó a Romualdo de la camisa y lo subió bruscamente al auto. 
El repetía una y otra vez en su defensa que la estatua era una hija de puta y que tubo su merecido, la respuesta del policía eran fuertes carcajadas y una seguidilla frases sarcásticas como por ejemplo “Claaaaaro, a mí hoy a la mañana la mesita de luz me puteo y me dio una patada en los bajos. Te acompaño en sentimiento, hijito”. 
Una vez que llegaron a la comisaría, lo encerró junto con otra persona.
- Che, pibe, te dejo con otro falopero.
Romu detectó al prisionero. Ardía en llamas. Era una mujer, de cabellos rizados, pelirroja, buen cuerpo, muy sensual.
Despegó sus labios carnosos y dijo con su voz cantarina:
- No me digas nada ¿La estatua, verdad? 
- ¿Cómo lo sabes?
- ¡Ja! lo supuse cuando el poli dijo que eras un fumanchero como yo ¿O acaso consumiste últimamente? 
- Esta semana no recuerdo haberlo hecho.
- Ya, yo tampoco recuerdo, estamos en la misma... 
- ¿Vos también destruiste una estatua?
- La misma que vos hiciste mierda. Una rompe bolas de primera. Me insultó en seis idiomas diferentes, la muy guacha.
- ¿Cómo puede ser esto? ¿Es una joda, esta todo planeado, nos pretenden tomar el pelo?
- Na… Simplemente quiso ayudarnos... Debemos agradecerle ¿No crees?
La pelirroja apagó el cigarrillo que tenía entre sus manos contra el piso sucio y lo penetró con una mirada matadora, hermosa, provocadora.
Romualdo calló, estaba muy confundido para seguir la conversación y a la vez anonadado ante la belleza de esa chica y su fuerte actitud de leona, había una incógnita detrás de esos ojos esmeraldas, un enigma ¿Cómo podía estar tan segura?
- En fin, me llamo Rita, 28 años, camarera, y según ese guijarro que esta en la plaza soy una ninfómana que no puede mantener una relación estable y que da mala fama a las pelirrojas de buen físico y grandes, labios. ¿Y vos? 
- Emm, Romualdo, 29 años, desocupado, y según ese soy un modelo del típico idiota argentino. 
- Ya veo. 
Se produjo un silencio incomodo y fogoso dentro de la húmeda y oscura celda. Se miraban entre ellos, se analizaban, se desnudaban, revelaban sus almas.
- Che, Rita.
- ¿Si?
- Hay algo que no me cierra... ¿Por qué tenemos que darle las gracias?
- ¿Aun no lo entiendes?
Las miradas hablaban el idioma del silencio, controvertido, dudoso y tajante 
Romualdo hizo un gesto de dandi de novela mexicana de bajo presupuesto, y con voz aún más gruesa (pretendiendo ser seductora) dijo:
- No, no lo entiendo, preciosa dama.
Rita arqueó su depilada ceja remarcada con delineador negro, le fichó los ojos con señal de asco y vergüenza ajena.
- Realmente… el típico idiota. – Dijo mientras largaba una bocanada de humo de su boca de salmón.
- Hey, encanto. No sólo porque tengas dos tetas enormes y un culo en forma de manzana te voy a respetar más. Pedazo de perra…
Siete de la tarde y el silencio del lugar se prestaba para cualquier tipo de discusión violenta.
- Pequeño precoz, segurito que con todas las mujeres con las que estuviste en tu vida, se fueron con un violeta en sus bombachas con tu firma.
Cólera salta de sus poros. Se acerca al mismo tiempo que Rita se levanta. Ella fue más rápida y le enchufó tremendo cachetazo.  
El toma de su rostro la mano de Rita.
- ¡Jamás vuelvas a hacer algo parecido!
- ¡Vago impotente!
En ese forcejeo de zafar, se produjo una encrucijada de manos rabiosas. Quedan cara a cara sintiendo cada uno las formas de sus cuerpos cabreados y altamente excitados. La respiración de ambos era tan fuerte que podía huía fuera de la celda. Las miradas se unieron con la potencia de una estampida de mil toros.
Aquel bofetón mutó en caricia.
La saña de hace un instante se descargo en un vaivén de miradas y labios mojados, ella hambrienta, el masturbando el tiempo como un ciego buscando un tesoro escondido. La sangre a punto de caramelo. Las sombras dibujaban lo que ocurría, era la unión de dos personas desconocidas, la bronca transformada en ironía.
- Nos unió la estatua, el mismo cupido de cemento. 
El policía los vio y dijo:
- Hey, ¿qué les parece si van a un telo? Los voy a dejar salir, pero dejen la merca, son jóvenes, no se arruinen las neuronas.
Ignoraron sus palabras, aun seguían contemplándose, besándose, curtiéndose. Eran libres, dos almas solitarias se habían encontrado.
- Romualdo ¿Y ahora que nos espera?
- ¿Qué te parece una pequeña escala a mi departamento?
Sonreían, caminaban al compás de los latidos de sus corazones y de los orgasmos contenidos.
-Romualdo, mira.
Rita apunto con su dedo de pluma a un sitio que quedaría grabado en sus mentes como la pisada de un perro sobre el cemento fresco. Allí estaba la estatua, intacta, como nueva.
El concepto de ambos hacia la misma había dado un giro. Se la quedaron mirando, y al unísono dijeron “Gracias” Soltó una risotada pícara inexplicable, y les guiñó un ojo. Ese ángel de piedra, que no tenía alas, ni sabía tocar la lira precisamente, si no que estaba rodeado de palomas y en lugar de un aura milagrosa, estaba toda escrita con mensajes de amor superficial, seguramente de adolescentes, iniciales de los nombres de la pareja feliz, muchos "te amo" y corazones mal dibujados. 
- Te advierto que no es palacio, para una reina como uste', pero…
- No digas más, tontito. Si casi lo hacemos en una cárcel ¿Por qué no en ese cuchitril que tenés como habitación?
Trotaron hacia la madriguera del amor. El éxtasis y el deseo eran incontrolables para estos dos jóvenes amantes de las relaciones carnales.
A Romualdo casi se le cae la llave del frenesí. Era tanta la emoción que se olvidó de ingerir la pastillita azul.
Desenfrenados, entraron tropezándose  a ese nido de carancho. Se devoraban, se arrancaron salvajemente la ropa en un parpadeo.
Todo iba muy bien, extrañamente bien para Romualdo pies izquierdos.
“Debo estar soñando” Pensaba Romu, dejándose llevar por el placer de la oralidad.
Llegó el turno de él. Bajó hacía su destino besándole la piel.
Arribó, y…. cómo decirlo. De verdad pensó más que nunca que debería estar soñando. Algo salió mal, terriblemente mal. El destino era la Llanura Pampeana, no el Aconcagua.  
- No me jodas…
Pegó un salto de la cama, le agarró un tembleque por todo el cuerpo.
- ¡No me jodas! ¡Rita! o como te llames… ¡No sos indio pero tenés carpa! - Se agarra la cabeza con las manos - 
-¿No te gusto? ¿No te va el equipamiento extra? Mira, te hago un regalito encima. No te voy a cobrar nada para que sientas un poco de satisfacción. La primera persona que no vas a tener que pagarle para que te complazca.  
- ¡No me provoques, trabuco!  
- ¿Todavía más? No es trabajo para la mejor tira goma de la zona.  
- ¡Fuera de acá, carajo!
- Vos te lo perdés…
Tanta era la bronca de comenzó una riña de patadas con su mesita de luz, y tanta era la furia de tener una erección con un travesti, que rompió inconscientemente, sus preciadas revistas porno. Su ira aumento cuando se dio cuenta que le faltaba la billetera. 
- ¡Estatua de mierda, estatua de mierda!
Cupido seguía en el parque, riendo junto con las palomas. Esta vez su flechita de piedra no pudo unir a dos almas vacías y ausentes de sentimientos, pero al menos pudo darle una pequeña lección a ese jodido cabrón, que no se la olvidará ni aunque le den un botellazo en el coco en medio de una riña disputándose una mujerzuela o un tomo de Play Boy. Jamás borrará esa jugarreta, ni tomándose sesenta  litros de cerveza, junto con su fiel amiga la marihuana.












Texto: Camille Chico.