Para él.
"Si on n'aime pas trop, on n'aime pas assez" (Anónimo)
"Si on n'aime pas trop, on n'aime pas assez" (Anónimo)
Un viejo tronco.... Sí, sólo eso era. Un tronco, un
pobre e insignificante tronco con afán de parásito que no sabía en donde meter
su cacho soledad y melancolía. Escogió el peor sitio para pudrirse y llegar
hasta su lecho de muerte. Mi corazón era su féretro. Hecho raíces, marcó
el lugar de su perdición, y aseguró mi
propia ruina.
¿Por
qué tengo un huésped sin invitación a mi morada?
Es una maceta ordinaria, un suelo infertil ¿Y
cómo no puede estar vacío después de todo lo gris que lo aplastó sin
titubear? Estoy completamente conmigo
misma... anclada en París.
Sin
dudar que la deforestación podría invadir mi ser hasta hacerlo trizas, seguí
con esa marca que absorbía mi esencia, que trata de vivir de mí, sabiendo que
un día por culpa de su egoísmo ambos moriremos.
Miro
la fotografía de mi padre y echo a llorar para regar esa estaca de madera
olorosa.
-
"Mon mademoiselle, no llores... Vamos Mica, sonríe para papá..."
Mi
corazón se partía, dando origen a dos geodas que escupían amatistas bañadas de
sangre que por dentro perforan mi piel.
La
putrefacción daba vida, vida a más muerte. Muerte a mi vida. Vida sin flores de
colores, que tanto amaba.
Se plantó un tronco seco, un árbol deshojado
anónimo. No tiene hojas, ni ramas con las cuales hacerme cosquillas, sólo era
él, plagado de hormigas coloradas que recorrían cada milímetro de mi corazón
oxidado. Cada sístole, cada diástole, era como beber cianuro de un hermoso
envase de champagne una y otra vez. Bombea bichos pequeños, centenares de
ellos.
Los
días... mejor no hablemos de mis días. Se vuelven huecos y sombríos, cuevitas
de larva. Es una serie de televesión con poca audiencia y creatividad que
repite sus capítulos una y otra vez.
Esta
mañana dando tumbos, sin dirección, acorralada en mi habitación, me dirigí
hacia la biblioteca, mi única compañía. Buscando algo de Edgar Allan Poe, para
variar, encontré de casualidad la
biografía de un tal Viktor Frankl.
Me
llamó la atención, nunca escuché hablar de ese sujeto. Supuestamente, según lo
que indicaba su biografía, fue un neurólogo y psiquiatra austriaco. Proseguí
con la lectura.
Leí pausadamente, cuando me adentré en su
historia de vida y en sus estudios, en cada oración se me venían a la mente
frases como estas:
- "Nada puede evitar que sonrías
ante la gravedad de un problema"
-
"Se puede ser feliz si se encuentra un porqué en la vida"
-
"Aunque todo vaya por mal rumbo y te quieras pegar un tiro en la geta
porque tenes un vacío existencial que te carcome la sesera, siempre hay una
razón para vivir"
Me
repetía a mí misma todas esas frases que se me venían a la mente, convencida en
que la teoría de la logoterapia podría ser cierta.
Pero
yo me sentía igual, como un alfil rodeado de peones, incapaz de hacer un
movimiento para dar vuelta el partido. El alfil sigue sin moverse, pero los
peones salen a atacar... El alfil no se mueve aunque puede hacerlo, no hace
nada por protegerse o por proteger al rey... El alfil baja su guardia, su vista
se nubla, su cuerpo se extingue... Jaque Mate.
"Mira,
aquí estamos preciosa... "Le Paradis" mademoiselle Mica, mi lugar
favorito en todo París. Entremos, adelante mademoiselle (.....)
Respira,
respira profundo ¡Ohhh, aire más fresco que este jamás podrás oler! ¿Y después
de esta lluvia? ¡Ja! No lo creo (....)
¿Te
has dado cuenta de la hermosura que nos rodea? Miralas, una por una. Por favor,
encanto, no me niegues que no es lo más precioso que has visto en tu diminuta
vida, sino me pondré a llorar como un sauce llorón ¡Buaa, buaa! (.....)
Son
todas magníficas, absolutamente todas. No hay ni una, repito ¡Ni una! Que
carezca de belleza señorita, ya aprenderás de esto, para eso estoy yo ¡Je! Te
diré todo acerca de ellas. Pero te confesaré que mis preferidas son.....
esas ¿Las has visto? Las azules que
están casi al fondo, veamoslas más de cerca (....)
Preciosas,
simplemente preciosas. Hay de varios colores, pero las azules son mis favoritas
por excelencia... ¿Qué misterio se esconde entre bajo ese color añil y esas
pintas saltarinas? Sencillamente perfectas. Pero no tanto como usted,
mademoiselle Mica. (....)
Eres
tan bella cuando sonríes, pequeña (...)
Oh...
Cariño mío ¿Qué sucede? (...)
¡Oh,
muy cierto! ¿Realmente quiere saberlo, modemoiselle? (....)
Disculpame,
linda ¿Quieres saber el nombre, eh? ¡Que cabeza la mía! Bueno le diré, y
escuche con atención mademoiselle y nunca lo olvide, se llaman..."
Oh.... no. Maldita sea... La luz del sol se
filtró sin ninguna timidez por mi ventana, me pegó de lleno en cara. Adiós a mi
sueño... ¡El sueño!
Mi
mente todavía está fresca, tengo vagos fragmentos que revolotean aún.
Recuerdo estar presente... era yo de pequeña.
Tenía un vestido turquesa con un pequeño sombrerito con un tierno moñito rosa
en el costado izquierdo. Todo se veía muy difuminado, un espejo empañado. Me
acompañaba un hombre, me tomaba de la mano y me hablaba de una manera muy dulce,
como si me conociera. No pude ver su rostro, o tal vez no lo recuerdo. Vestía
un simpático traje a rayas amarillo y anaranjado, combinaban con su actitud
jovial y chispeante. Entramos a un lugar... llamado "Le Paradis". No
sé que estábamos haciendo allí, ni lo que había. Sólo se que aquel misterioso
sujeto no dejaba de vomitar halagos sobre el misterioso sitio.
Por
alguna extraña razón, me siento... bien. Con un calorcito agradable en el
pecho. Las palabras de aquel extraño transmitían tanto amor, y no parecía
esforzarse en hacérmelo sentir, era todo tan simple y espontáneo.
El
alfil despertó, tarde, pero lo hizo. Vio el tablero sin un alma. Eso podría
significar la derrota, de hecho lo era. Pero ahora es libre de moverse en
diagonal por donde se le plazca y tratar de dar vuelta su propio juego. Miro el
calendario, ocho de Octubre, día común y corriente.
Tuve
ánimos suficientes para quitarme el pijama violeta con detalles floreados y
arreglarme. Una blusa negra, pollera larga del mismo color, medias grises hasta
las rodillas, y zapatos de charol opacos. También me pinté los labios
excesivamente de rojo, fue un atentado hacia mis labios carnosos, al parecer
había olvidado como maquillarme. Dejé suelto mi cabello color chocolate. Rocié
un poco de perfume de vainilla en las mangas de mi blusa, en la coronilla de mi
cabeza y en mi cuello.
Me
miré en el espejo sin ganas, tenía la apariencia de un títere, un títere que representa un payaso
triste, de esos que te transmiten miedo y melancolía.
-
"Vamos Mica, sonríe para papá..."
Perdoname
papá, lo haré... por ti.
Anoche
llovió a cantaros. Las calles de París estaban completamente empapadas de
rocío. El sol iluminaba esas pequeñas gotitas, los adoquines estaban tapizados
de gemas transparentes.
Todo
olía sumamente fresco ¡Bendita fragancia! deberían embotellarla en frasquitos
de colores. No es nada más ni nada menos que el maravilloso olor a tierra
mojada. No hay duda de que es cierto, es magnífico. Dulce, dulce petrichor.
Seguí
mi rumbo sin rumbo, enviciandome con ese precioso aroma natural, cuando de
repente me tropiezo con una pequeña cuota de vida. Un Edén moderno, una pequeña
florería según veo.
Hace
muchísimo tiempo que no pisaba una. Los crisantemos se filtran por las rejas
rojas, afuera en los canteros había un
ejército de azucenas. En lo alto del edificio lucía un hermoso letrero similar
al anuncio de un circo ambulante.
Quise saber el nombre para venir
nuevamente.... No puede ser..... ¡Le Paradis! ¡Este es el lugar de mis sueños!
¡Entonces es real! Eso quiere decir que... aquel hombre tan amable era....
Mi mente hace un retroceso hasta mi infancia,
pasando antes por oscuros momentos y llegando a mi niñez tan clara ¡Oh, papá!
¡Es papá! ¿Cómo pude olvidarme de esto?
En
este jardín, en este paraíso están las flores más bellas que jamás pude haber
visto. Recuerdo cuando me tocaba pasar las vacaciones contigo en tu París, me
traías aquí y me enseñabas las maravillas de estos seres tan hermosos y llenos
de vida ¡Papá, perdoname por olvidarlo, papá!
No
puedo evitar soltar una lágrima, no puedo evitar que las raíces de ese tronco
se hundan más en mi corazón.
Un
momento.....
-
"¡Papá, papá!"
-
"Oh... Cariño mío ¿Qué sucede?"
-
"Papá, ibas a decirme como se llama la florcita azul"
-
"¡Oh, muy cierto! ¿Realmente quiere saberlo, modemoiselle?"
-
"¡Papi, vamos! Dímelo, ahora"
- "Disculpame, linda ¿Quieres saber el
nombre, eh? ¡Que cabeza la mía! Bueno le diré, y escuche con atención
mademoiselle y nunca lo olvide, se llaman..."
(....)
¡Astromelias!
Corro
desesperada hasta el fondo de "Le Paradis". Pasé por lirios,
camelias, magnolias, rosas, margaritas... todas ellas, las recuerdo papá. Y de
pronto ellas... cayeron del cielo.
Las
lágrimas surgían como sus preciosos pétalos azules, zafiros soberbios.
Me
quede enviciada, más bien dicho hipnotizada con esas bellas astromelias azules.
Cada pétalo era tan misterioso, infinito y seductor, cada mínimo detalle era un
enigma por resolver. Ahora entiendo tu gusto por ellas... papá.
Sentí tanta pena por mí. Flor tan dichosa, tan
chorreante de vigor, con pétalos tan graciosos, que se mecen con la elegancia
de una doncella al peinar su cabello con un peine de malaquita. Me siento tan
mediocre, tan estúpida por haberme olvidado de ellas. Ellas rebosan belleza en
su estado más puro, y yo con un fútil pedazo de madera clavado en mi ser...
Lloro de vergüenza e impotencia.
-
Oiga,
mademoisille
¿Y
esas vocecitas cantarinas?
-
Pshh, aquí.
Una
leve brisa recorrió ese pequeño perímetro donde se encontraban las flores
azules... ellas me estaban llamándo, era como un coro de ángeles.
-
¿También ha
olvidado lo que le dijo su padre? - Me preguntó una, regañándome.
-
No más lágrimas,
mademoisille – Me dijo otra dulcemente
-
Es mucho más
bella cuando sonríe.
-
Sí... pero no
tanto como una astromelia.
Y
rieron juntas las pequeñas florecitas, me contagiaron la risa.
-
¡Sonrió! -
Exclamaron nuevamente juntas.
-
Su padre tenía
razón, es mucho más bella cuando sonríe.
-
Cierto... puede
que más que una astromelia.
Y
volvieron a reír y me uní a ellas. La brisa estaba cesando, las pequeñas
astromelias se despidieron de mí.
-
No lo olvide,
mademoisille, sonría...
Y
así lo hice, mientras aquellas memorias azules se depositaban sobre mi piel,
removiendo a duras penas las astillas de mi corazón. Al compás de un airecillo
primaveral las astromelias seguían su juego de coqueteo con sus encantadores
pétalos, moviéndolos de acá para allá. Delicadas y queridas astromelias....
-
Ehhh.. Excusez-moi,
mademoiselle....
Una
nueva voz apareció en medio de los
canales de vida. Fue una explosión que me desconcentró de mi pequeña
fantasía azulada. Levanté mi cara de galletita mojada y vi de quien trataba.
No era una flor. Se trataba de un hombre, o
mejor dicho un joven que tenía la elegancia de una flor.
No
pasaba los 20 años, seguramente tendría mi edad. Cabello castaño claro casi
rubio, nariz aguileña, la piel más pálida que vi en mi vida, unos intensos ojos
negros y penetrantes. Si no hubiera hablado en francés hubiera jurado que era
alemán.
Mire para todos lados, no había nadie cerca. No había duda, me
estaba hablando a mí... ¿Por qué a mí? Mi francés es burdo... ¿Qué hago?
-
Oh... pardon monsieur... Yo no hab... mi francés ser
pobre, pardon... Wi, pardon.. – Trataba de articular las palabras mientras
hacía gestos estúpidos con las manos
para que me entendiera.
El
joven no dijo nada por unos breves instantes, seguro quedó atónito por el
kilombo criollo-francés-cavernícola de palabras que mezclé, no entendió ni J.
El silencio cesa con una leve risita que se
fugó de sus delgados labios color cereza. Me miró con los ojos entrecerrados de
la risa y dijo después de un suspiro:
-
¡C´est
magnifique! ¿Argentina verdad? ¡Que agradable sorpresa! Cuanto gusto,
mademoisille
Detecté
rápidamente ese acento criollo dominante en esa frase, mezclada, obviamente,
con la esencia de Francia.
Luego
de mencionar esas palabras sacó a la luz unos perfectos dientes perlados,
podría ver mi rostro reflejado en ellos.
En
mi vida sólo he visto dos sonrisas que me han dejado sin habla. La cálida
sonrisa de mi padre, y la de este joven misterioso.
-
Disculpe
mademoisille ¿La molesto?
Claro
que no.... Un momento ¿Eso lo dije o lo pensé?
-
Oh, no monsieur,
para nada – Respondí aún dopada por su presencia.
Dejó
escapar una tímida risita. Sonrió mirando el suelo sin decir una palabra,
parecía apenado. Tal vez no le convenció el tono con el que le contesté... Si
supiera que es por su culpa.
-
Monsieur, será un
placer para mí ayudarlo en lo que necesite – Dije esta vez más animada
Se
dio cuenta de ello y despegó su mirada del piso para depositarla en mis ojos.
Me dio escalofríos... de nuevo me sonrió.
-
¡Tres bien!
Quería hacerle una pregunta.
-
Puede usted
preguntarme lo que quiera – Y siguiendo el consejo de mis hadas azules y el de
mi padre, sonreí, tímidamente, pero le sonreí.
-
¿Cuál es el
nombre de tan bella flor?
Al
mismo tiempo en que sus labios de magma se movían para disparar el
interrogante, sentí un suave dolor en el corazón, como si el tronco se
arraigara aún más en él. Mis ojos al encontrarse nuevamente con los suyos se
humedecieron ligeramente, pero al parecer no se dio cuenta. Sus ojos renegridos
eran dos escarabajos con alas de luto, tenían brillo propio, era una tempestad
salvaje en donde se filtran tenues rayitos de luz. No sabía que contestar,
aunque sabía la respuesta mejor que nadie.
-
Ehh... ni idea,
monsieur.
Me miró extrañado, y agregó:
-
Pues.... ¡Que
bella Nidea! - Y me sonrió... una vez más.
Luego
dio un par de pasos en mi dirección. Su rostro de porcelana blanca se
transformó. Sus pómulos de nieve ya no están marcados. Guardo su dentadura de
mármol y me miró fijamente. Rápidamente me corregí:
-
¡Ah! Disculpe
monsieur. Que torpe soy. En realidad son
astromelias ¿Verdad que son hermosas? Hay de muchos colores, pero las azules
son mis favoritas por excelencia ¿Qué misterio se esconde bajo ese color añil y
esas pintas saltarinas? Sencillamente perfectas.
-
En efecto... pero
no tanto como usted, mademoisille.
Nuevamente
sentí en mi corazón como las raíces del tronco se fijaban más y más, podía
sentirlas tocar el fondo del mismo. En él crecían pequeñas bellotas
herrumbrosas, que maduraban en un
parpadeo, e impactaban en mi corazón..
Quiero contestarle, quiero... quiero....
-
Pero, de todas
maneras, mademosille, yo no me refería a las flores.... me refería a usted.
Quiero...
quiero.... lo quiero....
-
Me, me... me
llamo Mica Dupont , monsieur...
-
Mica... hermoso
nombre, como lo indica su dueña
Ese
dolor, ese dulce dolor que siento ahora, tan desgarrador, tan exquisito, tan
diferente. Una opresión en el pecho, y una suave caricia de alambres de pua.
-
Ahora es mi turno
de presentame, mademoiselle. Mi nombre es Alberto Birón, para servirle.
Hizo
una graciosa reverencia, tomó mi mano izquierda y la besó, haciéndome sonrojar hasta tomar el
aspecto de manzana.
Dio
otro paso hacia mí, más cerca... Podía sentir como su perfume de tierra mojada
se desprendía de su chaleco gris. Me miro, esos ojos eran dos pozos ciegos,
realmente sin fin alguno.
No
puedo sostenerle la mirada, no puedo rozarlo ni con la yema de los dedos, no
puedo.... pero quiero... quiero....
-
Debo irme,
monsieur Birón...
Y
apartándolo suavemente de mí, di unos pasos lejos de Alberto... de mi Alberto.
Caminé
con la elegancia de un flan a punto de desparramarse. De pronto me resvalé por
culpa del suelo mojado, y me torcí el
pie, los zapatos de charol no son la mejor opción para un día lluvioso. Sentí
lentamente como mi cuerpo estaba a segundos de estrolarse contra pavimento.
Sentí
como si las manos de un ángel me tomaran con delicadeza de la cintura. Evitó mi
caída, pero para ello, tuvo que tirarme contra las rejas del vivero.
Abrí
mis ojos sorprendida y allí estaba él... lo tenía a centímetros. Su cara
aterciopelada era igual de perfecta, de lejos, de cerca, desde todos los
ángulos posibles y excistentes. Sentía que mi corazón iba a explotar en miles
de leños.
-
¿Está usted bien,
mademoiselle Mica?
Haciendo
aún lado el dolor insufrible que sentía en mi tobillo, le dije:
-
Mejor que nunca –
Y con todas las ganas acumuladas que tenía, le sonreí sin pudor, y también se
me escaparon las lágrimas que contenía. Estoy frente a él...
Él
también me regaló su mejor sonrisa y añadió:
-
Realmente es como
yo me lo imaginaba, es cierto..
-
¿De qué habla,
monsieur?
Tomó
mi cara con sus manos y me susurró al oido:
-
Es mucho más
bella cuando sonríe..
Sus
manos recorrieron todo mi rostró, limpió mis lágrimas y jugueteó con el
contorno de mis labios.Se ensució los dedos con sal y rouge.
Aún
estampados contra las rejas del paraíso nos miramos fijamente hasta
emborracharnos con nuestras pupilas. Ya no me importaba aquel malestar en el
tobillo o aquella inseguridad en el corazón.
-
Ton sourire
m'attire comme pourrait m'attirer une fleur.
-
No entiendo nada
de lo que dice.
-
Lo sé..
Perdidos
en nosotros mismos, nos perdimos aún más en la perdición de un profundo beso.
Nuestros labios eran espinolas que se derretían ante la pasión, se perdían, se
encontraban y se volvían a formar.
Recorrí
su cuerpo con mis dedos finos. Podía sentir como sobresalían sus costillas, su
piel nívea era como tocar seda de la India, cálida y suave.
Prendieron
los aspersores, el agua salía disparada como centelleantes fuegos artificiales
que nos mojaban y nos prendían. Recorrían gotas tibias sobre nuestra piel.
Un
fuerte viento hizo que las astromelias perdieran algunos de sus
pequeños pétalos, podía sentir como se me pegaban sobre mis mejillas carmesí y
empapadas.
En
los huecos putrefactos de mi corazón nació vida. Una crisálida se rompió y de
ella salió una mariposa en tonos anaranjados, que empezó a volar al rededor de
él. Lo cubrió con el polvillo que se le
desprendía de las alas. Al tronco le empezaron a salir hojas de esmeralda,
y flores lilas. Ese viejo tronco era un
jacarandá.
Sus
raíces se incrustaron definitivamente en mi corazón, pero esta vez de una
manera cándida y apacible. A su al rededor crecieron hermosas astromelias
azules, que cantaban acompañadas por una pacífica brisa. Todo se ve y se
siente tan ameno, tan diferente.
Mira Alberto.... Mira... quiero que mires todo
el paraíso que creaste en mí.
-"¿Qué
te dije Mica? Eres más bella cuando sonríes" Gracias papá....
Todavía
mis lágrimas eran fugitivas de mis ojos.
Sentía
que flotaba en la estratosfera hasta los breves instantes que sus labios se
despegaron de los míos, cuando ese beso que parecía interminable tuvo un
descenlase.
-
Je t'aime – Dijo
para sí mismo entre murmullos, con la intención de que no lo escuchara, puede
que haya dicho otra cosa, pero yo escuché eso... y me hace tan feliz pensar que
así fue.
Externo,
espontaneo, agraciado amor... Alberto
querido...
Nos
secamos la cara el uno al otro, como dos gatitos mojados, y salimos tomados de
la mano de "Le Paradis",
nuestro paraíso...
Caminamos
sin decir nada por las calles de París. Él rompió el silencio y dijo mirando al
horizonte:
-
¿Y ahora que
hará?
-
No lo sé...
Llegaré a mi casa, me quitaré estas ropas mojadas y me pondré a leer
"Corazón delator", probablemente... ¿Y usted que hará?
-
Francamente no lo
sé....
-
¿Por qué lo dice?
Se
detuvo, me tomó de los hombros y mirandome fijamente a los ojos como un hombre
me dijo:
-
Porque ahora
estoy con usted y soy infinitamente feliz, y cuando se vaya, no podré dejar de
pensar en usted, y tendré que buscarla hasta el cansancio, con el único
propósito de volver a verla...
Pude
ver que se le desprendió una pequeña lágrima. La corrí dulcemente y le dije
sonriéndole:
-
No tendrá que
hacerlo.... porque prometo no separme de usted.
Con
los ojos salidos de las órbitas por mi respuesta, me preguntó:
-
¿Y por qué usted haría eso?
Acomodándole
el cuello de su chaleco le respondí:
-
Porque le amo
hasta los tuétanos, monsieur.
-
Y yo a usted,
mademoiselle, como nunca amé a nadie.
Nos
volvimos a besar, y las astromelias cantaron nuevamente. Las calles de París
estaban adornadas con las gemas que nos dejó la lluvia y de nuestro amor
descomunal.
Con
una sonrisa pintada en el rostro, seguí caminando a donde sea, tomada de la
mano de mi querido Alberto... Su rostro rebalsaba de felicidad, esa sonrisa de
niño iluminada... me hacía tan feliz...
No
había duda, finalmente, estaba en el paraíso.
Texto: Camille Chico
Texto: Camille Chico
Mucho tiempo sin postear che, ya se la extrañaba por estos lares.
ResponderEliminarGran texto y que buen manejo del frances. Yo solo aprendí a decir "omelette"... Y NI SIQUIERA ME GUSTA EL OMELETTE
Saber decir omelette tiene sus ventajas, sino mira http://www.youtube.com/watch?v=3CnYxaLEgk8
EliminarMe falta la parte del "Du fromage". En esa parte del cassette de aprendizaje se me trabo la cinta.
Eliminarhola :). te felicito por tu blog. lo sigo ahora mismo :).
ResponderEliminarel mio es: http://historiadeunamor12345.blogspot.com.es/
un beso.